diumenge, 26 d’octubre del 2008

Después de todo, uno puede ser un poco cobarde y penas, y seguir haciendo una vida normal. Y cuanto más normal es la vida que haces, más puedes olvidarte de lo cobarde o lo penas que eres. Simplemente vas dejando que vayan pasando los días y vas haciendo tus cosas, tu vida cotidiana, y el tiempo, sin darte cuenta, va rellenándote por dentro, los días, con sus rutinas y sus novedades, van creando nuevas referencias en tu personalidad y, de repente, antes de que puedas darte cuenta, te has convertido en una persona nueva, constituida por todo aquello que tú mismo has sembrado por el simple hecho de estar vivo. Vi una vez en un documental que la renovación total de la piel humana se completa cada siete años, es decir, la piel que tenemos ahora mismo no tiene nada en común, ni una célula, con la que teníamos siete años atrás. Pues esto que digo es lo mismo. Unas vivencias entierran otras, unos pensamientos sustituyen a otros, unas emociones camuflan las emociones pasadas y, sin ni siquiera proponérselo, nuestra inteligencia aprende a olvidar lo que más le interesa.